lunes, enero 28, 2008

Historia de la Gastronomía Peruana - Tradiciones Limeñas – Parte I


Muchos de nosotros nos preguntamos: ¿Por qué la culinaria peruana es tan vasta y exquisita siendo el Perú un país con limitaciones? ¿De dónde nos viene una gastronomía tan importante?

Estamos rodeados de países vecinos con muchos rasgos similares, sin embargo la gastronomía está casi ausente en esos lugares.

Debemos recordar que en nuestro territorio se desarrollaron etnias muy importantes que formaban parte del reino de Pirue, “Depósito de todas las cosas”. De este extraordinario imperio heredamos el sibaritismo que los caracterizó. Ellos nos enseñaron las diferentes artes que practicaron: su cerámica inigualable, una orfebrería finísima, no ha habido textiles tan exquisitos como los de Paracas o Huacho; sin embargo, la verdadera riqueza de este reino se basó en su agricultura y ganadería. Los niveles que se alcanzaron en este campo no tuvieron paralelo en el mundo, habiendo domesticado más de 500 plantas que constituyen el legado de nuestros ancestros que hacen posible nuestra gastronomía.

Los Incas consideraban los alimentos como seres mágico-religiosos y no establecían diferencias entre lo material y lo espiritual, teniendo dioses para cada uno de ellos. El nivel de civilización que alcanzaron los llevó a practicar un sibaritismo que incluía principalmente la culinaria. Los productos más refinados fueron incluidos en su alimentación: hermosos choclos de dientes enormes y apretados. Más de mil variedades de papas: amarillas, moradas, fucsias, lilas, blancas, bautizadas con bellos nombres, Illa pintitu, Cusi sonco, Puma chaqui, Ishcu puru, Papa coru, Inca tipana, entre otras. Camotes dulces y melosos, ocas, yucas, quinua, quihuicha, maca, tomates, zapallos, ajíes, paltas, piñas, papayas, fresas, maní, cajú, lúcumas, chirimoyas, pacaes, entre la inmensa cantidad de alimentos agrícolas. El pato, pavo, perdiz, camarones, peces de agua dulce y de mar, así como miel de abejas, o de molle, o algarrobina, hicieron posible su extraordinaria gastronomía.

Se prepararon muchos potajes como los chupes, humitas, locros, asados, cebiches, rachi rachi, pullanca, shacues, lawas, carapulca, kankas, t’impu, apis o mazamorras entre otros.

Las fiestas estuvieron relacionadas a los alimentos, de acuerdo a los diferentes momentos de su producción. Siendo el maíz o sara el alimento más importante, estaba situado en el Hanac Pacha o cielo, su siembra y su cosecha fueron celebradas con gran solemnidad: Capac situwa es la siembra, en la cual una mazorca tierna era enterrada en la tierra sagrada, o en algunos casos, se enterraba llampu, que es polvo de maíz de colores, y hojas de coca, como pago a la tierra. Se iniciaba la siembra con ayuda de miembros de la comunidad en medio de gran alegría, con adornos de flores, mucha chicha y con la taclla, como instrumento de labranza tradicional. Se preparaban muchos potajes como la patasca, lluncu chupi, rocros, cancha y máchica. Estas costumbres aún perduran en muchos pueblos. La fiesta del Aymuray era consagrada a la celebración de la cosecha, en la que se preparan choclos tiernos sancochados, o anquishu, que es choclo desgranado y tostado, o pulucchu, que son choclos asados en las brasas, todos acompañados de queso fresco artesanal, queso curpae, con mucha chicha de jora.

Otra fiesta importante es la del Inti Raymi, que coincide con el solsticio de invierno, el 21 de junio, aunque fue cambiado al 24, fecha en la que los españoles impusieron la fiesta de San Juan. En el Inti Raymi se conmemora el día en que el dios Sol bajó a la tierra y tocó una planta de maíz, que siendo en aquella época amargo, espinoso e incomible, se convirtió en alimento delicioso y suculento para bien de los hombres. La fiesta de San Juan fue aceptada por los antiguos peruanos por esta coincidencia y se celebra en muchos pueblos, siendo la más notable la que se realiza en los pueblos selváticos con el tradicional “fane” o “juane”, que son tamales de arroz y gallina perfumados con palillo fresco, ají verdura y bijao, y que se sirven a orillas de los ríos en memoria de San Juan.

La fiesta de la Acaymita se realizaba dentro de un campo sembrado de paltas que estaban por madurar. En esta ocasión se debían reunir parejas de jóvenes que se iniciaban en su vida amorosa, para que con ese encuentro mejorara la cosecha.

Los carnavales que se convirtieron en una fiesta muy popular durante la colonia, coincidieron con una importante fiesta inca, llamada la Yunza, o Ushma, fiesta de la amistad o corte “del árbol de la vida y la fecundidad”, de reminiscencia autóctona, que se celebraba con gran algarabía y que aún se practica. Consiste en llenar de regalos un árbol, que luego se tumba a hachazos que van dándole los miembros de la comunidad, rodeándolo en medio de cánticos, hasta que al caer, se reparten los regalos. Para esta fiesta se preparan muchos platos tradicionales de cada pueblo, y gran cantidad de chicha.

Al realizarse ese fenomenal choque cultural, el encuentro de América y Europa, los credos fueron cambiados, sustituyendo los dioses existentes por los del cristianismo.

La Chacana o cruz inca se cambio por la cruz de Cristo, los templos incas, demolidos, sirvieron para construir iglesias católicas, las procesiones de momias incas se cambiaron por santos católicos y muchas de las fiestas actuales fueron antes fiestas prehispánicas.

Durante la Colonia y buena parte de la República, la culinaria creció debido al boato con que se vivió, los platos autóctonos se mestizaron con productos traídos de Europa: pimienta, cominos, canela, clavo, nuez moscada, alhucema, cardamomo, anís, estragón, orégano, tomillo, entre muchos otros. La vid hizo posible el pisco, la aceituna era un lujo, el trigo y la caña de azúcar prendieron en estas feraces tierras y su cultivo se extendió por toda América. Llegaron carnes europeas: cerdo, cabrito, cordero, res, huevos y leche, que intervinieron en muchos platos que fueron enriqueciendo nuestra culinaria. Se sustituyeron muchos productos europeos por los nuestros, como en el caso de los buñuelos que se cambiaron las yemas por zapallo y camote, y nació el Picarón; los bizcochuelos se hicieron con harina de chuño en vez de harina de trigo; al flan se le añade la vainilla americana. Para el maná se cambian las almendras por pepas de zapallo; a las humitas se le añade carne de cerdo y manteca; la carapulca ahora se hace con carne de cerdo; el pavo entra en los mejores banquetes, así como el pato peruano.

Pero debemos tener en cuenta que fue mayor el aporte americano a Europa, ya que por cada diez productos europeos que nos trajeron, se llevaron veinte.

Lima fue elegida como la capital del Perú colonial por su cercanía al puerto del Callao, que hacía posible el más importante medio de comunicación que era el marítimo, además tenia un clima apacible y templado. Desde su fundación por Francisco Pizarro como la Ciudad de los Reyes, fue favorecida con todo el lujo posible. Se decía, “…es la ciudad más célebre, más grande y más magnífica de todo el Perú”, y de alguna manera se convirtió en el depósito de los tesoros del País.

En Lima podían contarse más de cuatro mil calesas, los hombres y mujeres vestían con las mejores telas de seda y encaje y se adornaban con perlas y piedras preciosas, brazaletes, pendientes, anillos de oro y plata.

Durante la colonia se vivió con lujo y esplendor, y una de las manifestaciones más importantes de riqueza se dio en la mesa, en la que se practicó un gran despilfarro que se daba en las grandes fiestas que se celebraban continuamente.

Antaño todo lo resolvíamos con una comilona, cuenta Adán Felipe Mejía

¿Casorio? ¡Comilona!
¿Bautizo? ¡Comilona!
¿Cumpleaños? ¡Gran comilona…!
¿Velorio? ¡Soberbia comilona, tentempiés para aguantar la noche sin modorras…!
¿Llegó la pascua? ¡Comilona!
¿Año nuevo? ¡Encantadora comilona!
¿Carnavales añejos, con “¡A la tina!” y baldazos, pintorreos y apretujes….? ¡Emocionante comilona!




Gloria Hinostroza 28/01/2008

jueves, enero 24, 2008

Historia de la Gastronomía Peruana - El Taki o Gran Banquete Inca



Mandamos que ninguna persona que no derrame el maíz ni otras comidas ni papas ni lo monden la cáscara, porque si tuviese entendimiento llorarían cuando le monda. Y así no le monden, so pena que será castigado…

Huamán Poma de Ayala (Las Ordenanzas de los Incas)

El taki era el extraordinario banquete Inca que duraba un mes, en una fiesta desbordante de vida en el que se bebía y comía los más finos manjares.

La mesa del Inca, puesta sobre finísimos mantos bordados, ostentaba los más refinados manjares del reino del Perú o Pirua, palabra que significa el Depósito de Todas la Cosas.

El Inca, sentado en sus andas de oro, era el corifeo de la alegría y del desborde sensual en el que "cuanto más se bebía, más señor se era". La música y los bailes llenaban el ambiente de exuberante júbilo, mientras se sellaban pactos o acuerdos bélicos o de paz.

La chicha o azua, era la principal protagonista de estos banquetes. Esta bebida, de fabricación casera, la había de variadas calidades.

"Las doncellas encerradas por el Inca, que los españoles llamaron mamaconas monjas y que se dedicaban al culto, entre otras cosas aprendían a tejer y broslar (bordar), a hacer vinos preciosos y manjares delicados", se relata en la Relación de las Costumbres Antiguas, de un jesuita anónimo.

El beber constituía un ceremonial que se iniciaba con la tinka, o pago a la tierra, que consistía en verter unas gotas al suelo y luego todos bebían de una sola vasija o anccosani.

"La comida, así como todo cuanto rodeaba al antiguo peruano, era sentida a modo de algo viviente", manifiesta Arturo Jiménez Borja.

Para los antiguos peruanos no había diferencias entre lo material y espiritual. El acto de comer y beber era de índole religiosa y cada alimento estaba dotado de sentimientos humanos. Una manifestación de estas creencias era la fiesta de las paltas, llamada acaymita, que duraba seis días con sus noches y consistía en llevar jóvenes y muchachas a practicar el amor en un campo sembrado de estos productos, porque pensaban los antiguos peruanos que este acto realizado entre vegetales y frutales beneficiaba su maduración.

Carnes de taruca o venado andino; alpacas, vicuñas, patos o ñuñumas; perdices o yutu; la pava aliblanca o aruncha; había una gallina peruana o wallpa. Peces de mar llevados frescos al Cusco por los chasquis que recorrían un camino especial para este fin. El pez dorado de agua dulce o chaquechallua que era el preferido del Inca, así como langostas y langostinos, conchas y pulpos, como también camarones peruanos o yukra. Enormes cangrejos de los manglares que llamaban apanqoray eran preparados con hierbas o yuyus, ajíes o uchus macerados en jugo de frutas o vinagre de chicha llamado mama azua. Se condimentaba con frutos de molle o pimienta rosada, mutuy o alcaparras de indias, el sacha anís y el sacha culantro o marancera entre muchísimos otros condimentos.

Se hicieron exquisitas preparaciones con diferentes técnicas culinarias. El soasado con piedras o watia; la pachamanca u olla de tierra; la kanka o asado de carne en una sola pieza; el pungano o barbacoa. El ahumado de carnes o pescados; la pullanka o guiso de carne; los chupis o sopas densas, las que se acompañaban con picantes o uchus diversos. Los rokros o locros de ají y papa o de chuño con verduras y charqui, o de zapallo llamado kalpara o tukuru; la kalapurka o carapulca; el kachi-kachi hecho con hueveras de pescado; el rachi-rachi con mondongo y el puca uchu de papas amarillas.

Las humitas de maíz envueltas en pancas; el pan o ttanta; las tortillas de quinua llamadas hupa; el sara ttanta o pan de maíz; la arepa o pan de maíz con levadura llamada puchco, acompañaban esas viandas, así como numerosas salsas como la kuta y la ukuma, la salsas de ají; la okopa de ají con amuka o camarón seco, maní y huacatay; la llatán de ají y la amuka, entre otras.

Estas elaboradas prácticas culinarias requerían de utensilios o huaccunaccuna de diversas formas y tamaños; la chuana o jarrita; raqui macan o jarra grande. Hinchu era la vasija de boca ancha; la manca era la olla común. Los chamillico eran ollas para hacer guisos. Caucachi o hatun manca era una olla grande; sañu una copa; chimpu o copón. Los keros eran vasos de madera o de plata y oro. Los alimentos se servían en la chua o tazón hondo; la illa era un plato con mango. Se utilizaban cucharas llamadas huislla, que tenían diversos tamaños, afirma Santiago Antúnez de Mayolo.

Completaban su menú un sinnúmero de frutas: fresas, chirimoyas, lúcumas, pacaes, pepinos, ciruelas, piñas, papayas, plátanos, cajú, guanábana, nogales, guayabas, granadilla, maní, tumbo, cacao, entre otros, y para endulzar utilizaron la miel de abejas o tocto, la miel de algarrobo y de molle y la chancaca de la corteza tierna del maguey.

Su marcado sibaritismo se manifiesta en una serie de voces: cuntoni, que era el aroma de las comidas sazonadas y de las frutas maduras; huptasca, eran las comidas adobadas; paru, era lo tostado y sazonado; micuycuna, era lo bien sabroso, entre otras muchísimas manifestaciones de la culinaria de este magnifico pueblo que vivió con esplendor y que nos ha dejado como legado la extraordinaria COCINA PERUANA de nuestros días.


Gloria Hinostroza


24/012008

lunes, enero 21, 2008

Historia de la Gastronomía Peruana – Los Pescados y Mariscos del Perú



El agua, fuente de vida, fue venerada en el antiguo Perú como Cochamama o Mamapukya, la madre de los mares, ríos, lagunas y manantiaes, inspirando en los hombres temor, respeto, agradecimiento y profundos sentimientos mágico-religiosos.

Cuenta la leyenda que en tiempos remotos, el dios Kon había creado el cielo, la tierra, el sol, la luna, las estrellas y también los peces, con su sola palabra.

Fue así cómo los peces de mar, ríos y lagunas; moluscos y crustáceos se convirtieron en la principal fuente de alimentación del hombre de la chala, como lo evidencian los enormes basurales que se registran arqueológicamente en toda la costa.

La diosa Si o Urpaywachaq fue adorada como la fecunda Madre de los Peces y Protectora de los Pescadores, a quien invocaban poniendo en sus embarcaciones plumas de aves marinas. Su templo estuvo en Pachacamac, la ciudad santuario de los oráculos en la que había un estanque sagrado con todas las variedades de peces de nuestros mares.


Las especies marinas de mayor captura desde tiempos remotos son: lenguado, corvina, cojinova, mero, liza, róbalo, cabrilla, sábalo, cabinza, coco, caballa, bonito, pámpano, pejerrey, chita, sardina, borracho, pejesapo, congrio, pez espada, etc. Se consumieron también mariscos: conchas, choros, almejas, machas, cangrejos, langostinos, caracoles, chanque, lapas, entre otros.

Los ríos y lagunas proveían de bagres, sardina blanca de Yucay, dorado o chakechallwa de Huánuco; lisa, suky o pejerrey; suche y camarones, entre muchos otros. Según Holguin, el chakechallwa o pez dorado era el preferido del Inca.

Los antiguos peruanos, utilizaban para la pesca en la zona norte, los pequeños caballitos de totora, y embarcaciones hechas con madera de balsa. En el sur se cree que pudieron ser utilizados barcos de vela, como lo evidencian algunos remos de gran tamaño, timones y orzas, huaras (centerboards), que sólo servirían para ese tipo de barco. (Hans Horkheimer)

Utilizaron como instrumental arpones de madera o de hueso, anzuelos de conchas, huesos y cobre. Cuerdas con anzuelos, redes de pescar, flotadores para redes, pesas de piedra y bolsas-redecillas.

A medida que avanzaron en el tiempo, fueron perfeccionando sus técnicas e instrumentos de pesca. Sus redes fueron teñidas con tinte de la corteza del mangle para hacerlas resistentes y éstas se hicieron especiales para cada tipo de captura: boniteras, tolleras, liseras, que se ajustaban al tamaño de cada especie marina. Hicieron también nasas e izangas para recoger cangrejos, langostinos y camarones.

Los pescadores recibían el nombre de guaxme o challua camayoc. Utilizaron primitivamente la técnica del ch'acu o rodeo de peces, que se fue perfeccionando hasta alcanzar una importante labor ejecutada por miles de pescadores que en el siglo XVI se dedicaban exclusivamente a esta actividad. Los vecinos de mares, lagos y ríos, contaban con un área propia de extracción. Por ejemplo, la fluvial del Rímac estuvo restringida a dos ayllus. Uno de ellos, el de pescadores, que operaba en el tajamar y la alameda de Acho; mientras que el de los camaroneros, operaba entre San Lázaro, Rímac, hasta aguas arriba de Chosica. El camarón, cryphios caementarius, es uno de los más deliciosos productos de río. Cuenta la leyenda que su Illa mágica o Camarón madre, con cuerpo de esmeralda y ojos de rubí, vive en las oquedades de los ríos de Arequipa.

Los pescadores hablaban una lengua especial que María Rostworowski llama "la pescadora". Además contaban con caminos propios que partían desde la costa al Cusco para proveer al Inca y la nobleza de pescado fresco.

Enero era el mes de la pesca marítima, mientras la fluvial y lacustre de la sierra, era entre marzo y julio. (Antúnez de Mayolo).

El pescado se consumía fresco en diversas preparaciones: crudo y condimentado con hierbas y ají; macerado en jugo de frutas ácidas, lo que sería el cebiche precolombino. Así como cocido en kanka (a la brasa); en watia o piedras calientes; en challua chupi; chilcano y en rocros o ajiacos.

Al pescado fresco se le denominaba huccuchallua y al seco se le llamó cucho o challuacharqui, el cual era muy consumido y utilizado en campañas militares y durante la construcción de grandes obras.

Refiere Betanzos, que había una ordenanza del Inca de repartir maíz, charqui y pescado seco, cada cuatro días, entre los 50,000 constructores del nuevo Cusco y sus familiares, durante los 20 años que demandó esta obra.

Fernández de Oviedo, narra cómo lo conservaban los indígenas, que lo hacían cecial, es decir, sin echarle sal:

"Abren el pescado, e cavan la tierra hasta un palmo de hondo, e cúbrenlo allí de tierra, e está así enterrado cinco a seis días, e cabo dellos sácanlo curado, sabe mucho mejor que el buen pescado cecial de Galicia e Irlanda, e tan enjuto, e se tiene después así todo el tiempo que quieren."

Según Sarmiento de Gamboa, en 1540, los españoles al llegar al Perú encontraron enorme cantidad de maíz, charqui y pescado salado guardado en collcas o depósitos. Se afirma que los caciques de Chinchaycocha regalaron a Pizarro 103,216 kilos de pescado seco.

Cuentan los cronistas, que en 1630, en la costa norte, se secaba el tollo y atún que se transportaban a Lima para su consumo, pescado que también se llevaba a Quito y al interior.

Las técnicas para la conservación del pescado eran distintas en cada región: en la costa para secarlo se emplearon andenes, empedrados o arena, donde se ponía a secar al sol el pescado eviscerado.

En la región quechua y janca (sierra), también se secaba al sol y se sometía al frío nocturno.

En los antes (selva), se acostumbró ahumarlos en barbacoa para su conservación

Todos estos métodos, tenían por objeto conservar estos productos en la época de gran pesca, para ser consumidos el resto del año.

Por mandato del inca Yupanqui, se debía guardar alimentos secos deshidratados, para lo cual se designaron tierras para collcas o depósitos.

El almacenaje de alimentos era una necesidad para el sistema político del reino de los incas, ya que su poderío se basó en la cantidad de alimentos, armas y vestidos que almacenaban los que permitían el sistema de "reciprocidad" o trueque, que les sirvió para hacer pactos de guerra y producción con las diferentes etnias que fueron anexando al Tahuantinsuyu.

Según su sistema de reciprocidad o trueque, mandó Manco Cápac: "dar comida y bebida muy abastadamente, para que después se quedaran obligados de ser sus vasallos y de su hijo Sinchi Ruca" (Santa Cruz Pachacutic)

En el antiguo Perú, el comer y beber formaba parte de una cadena mágica con un mismo origen y un mismo fin.

Para los antiguos peruanos no había ninguna distinción entre lo espiritual y lo material, por lo tanto, el acto de comer y beber revestía siempre, en todas las ocasiones, un aspecto calificado de religioso según Xavier Domingo.

El taqui, era el banquete Inca que duraba a veces un mes, en una fiesta desbordante de vida, en la que cuanto más se bebía, "más señor se era". Este acto de amistad se realizaba con motivo de fases diplomáticas entre guerra y guerra o momentos de pactos y acuerdos bélicos o de paz o entierros de grandes jefes.

El inmenso litoral que corre a lo largo de todo nuestro territorio y la calidad extraordinaria de nuestros mares, ricos en plankton y algas que alimentan a miles de especies marinas, nos han proporcionado desde tiempos remotos uno de los mejores regalos para el arte de cocinar y para los paladares gourmet. En general, el pescado ha sido siempre un producto alimenticio imprescindible, además de ser muy apreciado hasta nuestros días. A través de los tiempos y mestizajes, los potajes prehispánicos han ido incrementándose, dando lugar a una variadísima cocina en la línea de pescados y mariscos.

En cada región de nuestro territorio se preparan platos especiales a base de estos productos, que se hacen con los recursos de cada lugar.

En la Costa Norte, contamos con la zona de los Manglares de Tumbes que produce cangrejos, langostas, langostinos, conchas huequeras, de pala, de abanico y negras. Y en la costa de Piura, Lambayeque y la Libertad, peces como el mero murique, tollo mantequero, ojo de uva, guitarra, raya y cachema, entre otros.

En Lima, se utiliza pescados y mariscos del puerto del Callao y de todas las provincias ya que el mayor consumo de estos productos se produce en la capital, que cuenta en la actualidad con numerosos hoteles y restaurantes de gran demanda, además del consumo popular, debido a la concentración humana que supera a la de otros lugares del país.

En la Costa Sur, también se encuentran numerosas especies marinas como lenguado, corvina, cojinova, tollo y bonito, así como conchas de abanico y choros, entre otros. Los camarones son otro producto de los ríos del sur y fue de uso exclusivo del inca y la nobleza en el Tahuantinsuyu. En la actualidad ya no los hay en el río Rímac, que fue camaronero por excelencia, ahora Lima se provee de los traídos de Arequipa. El camarón es un producto de mucha demanda y muy apreciado.

En la Sierra, se encuentra principalmente suches, pejerreyes y truchas; habiendo sido estas últimas "sembradas" a principios del siglo pasado en las numerosas lagunas de Ancash y Junín, así como en otros lugares de toda la región.

La Selva, nos provee deliciosos peces de sus caudalosos ríos, como el paiche, el pez más grande de los ríos amazónicos. El paiche mide de uno a dos metros y llega a pesar 180 kilos de deliciosa carne blanca, pero cuya pesca está muy restringida debido al peligro de extinción. En Huánuco, se encuentra también el pez dorado o chaquechallua, que se cuenta era el preferido del inca, así como se encuentran otros peces que forman parte de la alimentación de los naturales de esta región como: gamitana, paco, corvinilla, palometa, raya, sardina, sábalo, entre otros.


Gloria Hinostroza 21/01/2008

viernes, enero 18, 2008

Historia de la Gastronomía Peruana – Cocina del Centro - Huacho


La ciudad de Huacho, cálida e impregnada de fragancias marinas, está situada en el amplísimo valle de Huaura. En el puerto, gran cantidad de barcos pesqueros se mecen en sus tranquilas aguas. Sus playas de arena fina y acantilados completan este bello paisaje marino. Huacho estuvo ligado desde tiempos remotos al mar. Como todos los habitantes de la costa, los huachanos se dedicaron a la pesca en sus etapas tempranas y a la agricultura en las más avanzadas.

Según la leyenda, el semidiós Vichama, creador de los alimentos costeños, había emergido de las playas de Vegueta, y la propia madre de los peces, Urpay Huachac, recibía las ofrendas de sus habitantes costeños, yungas y serranos desde esas mismas playas.

El valle de Huaura guarda numerosos tesoros arqueológicos. Su arte cerámico se encuentra bajo influencia de las culturas Chavín, Tiahuanaco y Nazca, caracterizándose por su superficie pulida, monocroma entre negro y rojo. Otro momento artístico, Huaura, descubierto en Ancón, es de gran colorido y semejante al estilo Nazca. Son numerosas las huacas en Cerro Colorado, Vegueta y Rontoy, entre otras. Huacho cuenta además con treinta lugares arqueológicos y principalmente Chamara, del distrito de Sayán; Jopto; Hualmay; Peralvillo; Chonta y Cerro Montonero. La fortaleza de Acaray es otra muestra arqueológica edificada en piedra con fines defensivos.

Una original expresión artística fue el uso de tatuajes, cuyas muestras se encuentran en el Museo de Huacho.

La cultura Chancay pertenece al período Intermedio-tardío (1100 a.C.). Se desarrolló en esta zona y nos ha dejado muestras de cerámica en un estilo denominado negro sobre blanco. Es de elaboración tosca y de formas realistas. "chinas" y "cuchimilcos", eran figuras de forma humana de ambos sexos. Su gran producción cerámica hace pensar en niveles industriales. Se fabricaron vasijas abiertas en las que se observan más de 400 "marcas" que no han sido aún descifradas. La cultura Chancay fue eximia ejecutante de un arte textil sólo comparable al de Paracas. Fabricaron bellísimos tapices, mantos de plumas, telas pintadas y las más delicadas gasas y encajes. Las fibras utilizadas principalmente fueron de algodón, que fue domesticado logrando bellotas que ostentan copos de distintos colores naturales, desde blanco, crema, beige y ocre, hasta varios tonos de marrón. Sus "encajes hechizados" fueron primorosamente tejidos con diversas urdimbres y tramados, logrando cualidades de transparencia y ornamentación que corresponden a encajes clásicos. Estas telas o gasas tenían propósitos mágico-religiosos y fueron utilizadas para cubrir la cabeza de sus momias a manera de tocado. Según las creencias andinas, los hilos para estas telas debían ser hilados en "S" o sea torcidos hacia la izquierda. Este hilo mágico llamado lloque proveía a las prendas tejidas con él de poderes sobrenaturales, con influencias maléficas o no, que podían ser contrarrestadas y en ese caso servían de protección.

Fue en Huaura donde don José de San Martín proclama por primera vez la independencia del Perú el 27 de noviembre de 1820, desde el balcón de una casona que perteneció al duque de San Carlos don Fermín Francisco de Carbajal Vargas y Alarcón. En esta casa se instaló la Presidencia de la Costa en 1821, luego de la definitiva proclamación de nuestra independencia. Actualmente, este bello balcón ha sido restaurado y en la casona se ha instalado el museo de sitio en memoria de San Martín.

El río Huaura que da origen al valle, nace en la cordillera de Huayhuash a 5,000 metros sobre el nivel del mar, al sur del Callejón de Huaylas y lleva agua todo el año haciendo fértiles estas tierras verdes y frondosas con gran cantidad de productos alimenticios de primera calidad: maíz, frijoles, maní, achira, yuca, papa, achiote, ajíes variados, caiguas, pimientos, tomates, calabazas, chirimoyas, granadillas, guanábanas, guayabas, paltas; que son la base de la tradicional comida huachana.

Sus ríos proveen de deliciosos y tiernos camarones y su amplio litoral marino de una inmensa cantidad de peces como el bonito, el tollo, la anchoveta, el pejerrey, el machete, entre otros. La alimentación de los antiguos peruanos de la costa o chala fue predominantemente a base de frutos del mar. El consumo de conchas, choros, chanques, almejas y machas lo atestigua los basurales prehispánicos con toneladas de valvas.

Huacho significa "comida abundante y generosa". Y es realmente generosa esta acogedora ciudad, con una original y abundante cocina que va de la mano con su historia. Huacho cuenta con una ancestral cultura gastronómica, con potajes originales y exquisitos que han traspasado sus fronteras.

En la campiña huachana, llamada amay, se practica una tradicional cocina con platos tan especiales como: Machete relleno, salchichas, tamales, humitas y chapanitas. No puede faltar la Sopa huachana con su "flor", el Chancho al horno, el Pepián de pavo, el Cebiche de pato y los deliciosos camarones que se rematan con una Crema de guindas de Huaura, hecha artesanalmente. La Salchicha huachana que se conoce en todo el país, es fabricada artesanalmente por familias que heredan secretos culinarios.

La tradición y cultura de este pueblo se mantiene viva con la difusión de su deliciosa cocina tanto como con sus posibilidades turísticas


Cocina del Centro – Huacho - Las Recetas - Pepián de Pavo


Tiempo de Preparación: 30 Minutos
Tiempo de Cocción: 3 Horas


Ingredientes:

2 Kilos Pavo (Pechuga de preferencia)
4 Choclos maduros
4 Ajíes mirasol (Amarillo seco)
50 Grms. Ajos
2 Vasos Vino blanco o chicha de Jora
1 Naranja agria
100 Grms. Margarina
1/2 Chda. Pimienta molida
1/2 Chda. Cominos molidos
½ Chta. Romero
1/2 Chda. Orégano
4 Ramas Perejil
4 Ramas Culantro


Preparación:


1- Sazonar el pavo con sal, pimienta, cominos, la mitad de los ajos molidos, la mitad del ají mirasol soasado y molido, el romero, orégano, jugo y ralladura de naranja, dejándolo marinar desde la víspera.

2 Untar una fuente con mantequilla y colocar el pavo con trocitos de ésta y el vino, poniéndolo al horno durante 2 1/2 horas.

3- Cuando esté cocido, sacar el pavo y deshuesarlo. Hervir los huesos con un poco de agua y desglasar la fuente en que se horneó. Colar y guardar este caldo.

4- Rallar o moler en licuadora los choclos.

5- Poner en una olla un poco de margarina y agregar los ajos y el ají soasado y molido. En seguida echar el caldo y los choclos molidos así como el culantro y perejil picados, moviendo constantemente hasta que espese.

6- Servir con tajadas de pavo.


Gloria Hinostroza 18/01/2008

viernes, enero 11, 2008

Historia de la Gastronomía Peruana – Cocina Norteña - Piura



El extremo norte del Perú, zona de desértica belleza, comprende los departamentos de Piura y Tumbes habitados hace miles de años por importantes etnias, principalmente los Tallanes y los Vicús.

La cultura de los Tallanes está considerada como una de las más antiguas que poblaron la costa peruana. Cabello de Balboa cuenta de las marcadas diferencias de esta cultura con otras de la región y opina que estos provenían de alguna inmigración andina. Impusieron un sistema de gobierno y un idioma oficial, el sec. Su producción cerámica pudo tener influencias Mochica y Chavín.

Según cuenta Juan José Vega, "Tumbes impresionó a los españoles por su calidad artística: palacios y templos suntuosos, con muros de adobes esmaltados en muchos colores y techumbres tan bien labradas que no parecían sino de oro"

"Este valle de Tumbes solía ser muy poblado y labrado, lleno de lindas y frescas acequias sacadas del río, con las cuales regaban todo lo que querían y cogían mucho maíz... y muchas frutas muy gustosas... andaban vestidos con sus mantas y camisetas y traían en la cabeza puestos sus ornamentos que eran cierta manera redonda que se ponían, hecha de lana y alguna de oro y plata o de unas cuentas muy menudas que tengo ya dicho llamarse chaquira." Cuenta en sus crónicas Pedro Cieza de León.

Esta zona posee desiertos abrasados por el sol, de extraña belleza, en donde los algarrobos retuercen sus ramas y cobijan a su sombra animales silvestres, con dunas interminables y puestas de sol de intenso colorido que se alternan con las tierras pantanosas de los manglares, formados por miles de millares de arbustos que se pierden en el horizonte en el más bello panorama imaginable.

Estos pantanos formados en el delta del río Tumbes, el único navegable de la costa, se producen por el torrente del río que al ingresar en el mar arrastra gran cantidad de lodo en el que se levanta la maraña de las recias raíces de los manglares. Se han formado en esa zona muchísimas islas e infinita cantidad de canales que albergan una gran producción de conchas negras, producto distintivo de Tumbes, así mismo la concha huequera, lapas, conchas rayadas, almejas y ostras, entre otras. A partir de 1988, se estableció el Santuario Nacional Manglares de Tumbes con un territorio de 2.972 Has., para preservar el único bosque de manglares del Perú. Un gran número de especies de peces se desplazan entre el flujo y reflujo del mar, proveyendo a la zona de grandes recursos alimenticios.

En la actualidad la ciudad de Tumbes es sencilla y tranquila, refrescada por la suave brisa que proviene de su caudaloso río. Dicen los tumbesinos: “toda persona foránea que toma agua de coco, come camote y se baña en el río, se queda en Tumbes"

Esta es la forma de pensar del tumbesino, con una hospitalidad que se remonta a los tiempos en que llegó Francisco Pizarro a sus playas, en 1527.

El departamento de Piura puede ser considerado como el centro del vasto dominio del Gran Tallán, cuyo dios tutelar fue Wirá, "el que procede de la tierra" y fue gobernado en forma muy singular por las capullanas, mujeres que ejercitaban un poder dictatorial.

La cultura de los Vicús se asentó al lado del cerro del mismo nombre. Su origen se pierde en el tiempo y sus ceramios se consideran los más antiguos de la costa peruana. Esta producción cerámica fue de gran belleza, con un colorido y calidad que la coloca entre las mejores del mundo.

Casi la totalidad de los huacos encontrados en Piura son procedentes de Frías, en la provincia de Ayabaca, y de Vicús en Morropón. Los objetos de oro, finamente labrados, entre los cuales destaca una estatuilla con representación humana de extraños rasgos étnicos que aún no han sido descifrados, fueron encontrados en la región de Frías. Estas culturas se extendieron hacia el norte, en los actuales departamentos de Piura y Tumbes, hasta Guayaquil.

"...más adelante de Pocheros, está el ancho y gran valle de Piura, adonde se juntan dos o tres ríos que es causa que el valle sea tan ancho y en el cual está fundada y edificada la ciudad de San Miguel... esta ciudad de San Miguel, pobló y fundó el adelantado don Francisco Pizarro, gobernador del Perú, llamada en ese tiempo Nueva Castilla, en nombre de su majestad, año del Señor de 1531 años." Narra en sus crónicas Pedro Cieza de León.

Piura tiene el orgullo de ser la cuna del máximo héroe nacional Don Miguel Grau, el Caballero de los Mares.

El departamento de Piura tiene una costa accidentada, con puntas, cabos, bahías y penínsulas de extraordinario paisaje. Su desierto está cubierto de algarrobos, dunas interminables, espejismos, ‑temblores del horizonte por el reflejo del sol- y es uno de los más extensos. Ese mismo desierto, en su encuentro con el mar, produce bellísimas playas con kilómetros de arenas blanquísimas y un mar de azul intenso, de aguas tibias y tranquilas. De allí viene la frase "La luna de Paita y el sol de Colán"

La mayor parte del territorio piurano esta cruzado por el río Piura que nace en la sierra de Huancabamba y se forma de las aguas de los ríos Naranjo y Tunas, Suchamama y Chalpa que se juntan en Serrán, llamándose más abajo Salitral y luego Piura.

"En la espesura de los valles hay algarrobas algo largas y angostas, no tan gordas como vainas de habas. En algunas partes hacen pan de estas algarrobas y lo tienen por bueno." Continúa Pedro Cieza de León en La Crónica del Perú.

Los algarrobos de Piura son la misma imagen del paisaje piurano, sus retorcidas ramas y sus perfumados frutos son desde tiempos milenarios el alma de estas tierras. En estos campos de algarrobo se crían cabras y burros silvestres o "piajenos", que tienen el pelo muy largo y su alimento o "sudán" son las vainas del algarrobo, árbol tutelar de Piura.

La actual ciudad de Piura cuyo asiento primitivo fue en Tangarará, sobre la margen derecha del rió Chira, se trasladó en 1578 al puerto de Paita desde donde, por temor a los piratas, se traslada nuevamente, el 20 de setiembre de 1588, al lugar que ocupa en la actualidad donde es fundada nuevamente por don Pedro de Cadalso y Salazar.

En Piura se establecieron importantes familias que construyeron hermosas casas al estilo de la época, de amplios patios, abovedados zaguanes y ventanas enrejadas.

Esta ciudad conserva algunas de sus estrechas calles coloniales y una que otra de aquellas mansiones. Sus calles antiguas: San Francisco, hoy calle Lima, que era donde vivían los españoles de más dinero y linaje; luego viene la Calle Real, actualmente llamada Libertad; la calle El Cuerno, hoy llamada calle Tacna, la mitad y calle Grau la otra parte, que es la principal arteria de la ciudad. La calle Arequipa era antes la calle Playón; continúa la antigua calle Pedregal, hoy llamada calle Cusco; Los Ángeles, llamada actualmente Junín, era donde terminaba lo ancho de la antigua Piura.

La Plaza de Armas piurana, limpia y bien cuidada, ostenta una estatua de mármol a La Libertad obsequiada por el presidente Balta; su catedral fue terminada de construir en 1588, con bellísimos altares de pan de oro e imágenes del Niño Jesús de Praga, la Virgen de Fátima, la Sagrada Familia y valiosos lienzos.

Su reciente Museo Municipal, cuenta con una importante muestra arqueológica y colección de pinturas así como interesantes maquetas que ubican sus valiosísimos restos arqueológicos.

En esta tierra se sigue practicando el arte ancestral de la orfebrería. Catacaos se distingue por sus bellísimas piezas trabajadas en hilos de oro y plata que forman infinitos arabescos con figuras de mariposas, flores, aves diversas, "tumis", así como los aretes clásicos de la zona o "dormilonas" y un sin número de figuras.

La cerámica de Chulucanas, artísticamente decorada con la maestría heredada de sus antepasados, está ampliamente difundida y es muy apreciada por los turistas.

Los olleros de Simbila, son muy buscados y proveen a la zona de objetos de uso diario: ollas de barro, sartenes, jarras, vincos, aguateros y el cantarito, entre otros.

En Piura se practican los hermosos bailes norteños, en especial el tondero:

"Para bailar tondero netamente de Morropón,
tienes que hacer primero un repique con el cajón,
entonces el bordoneo repiqueteando empezará
y luego el rasqueteo de las guitarras retumbará..."


En toda la costa de Piura se baila el tondero, pero varía de acuerdo con cada pueblo: el de Morropón es distinto al de Catacaos, así como el de Vice, La Arena o Sechura, aunque todas estas interpretaciones desbordan alegría y belleza. En Piura y sobre todo en Catacaos, se practican además, otros bailes norteños: marinera, zamacueca y bailes negros y mestizos. Todos caracterizados con sus tradicionales atuendos, llenos de colorido y suntuosidad.

Piura es el departamento más rico del Perú, con recursos agrícolas, ganaderos, petroleros y con inmensa cantidad de productos del mar.

En Máncora se encuentran grandes filones de tunos, meros, pez espada o merlín (el de la famosa obra El Viejo y el Mar).

Piura es la región de los limones ceutí o sutiles, únicos en su especie ‑que hacen posible el cebiche‑ y se dan en los valles de San Lorenzo y Chulucanas, primeros productores de cítricos en el país. El maíz ocupa un importante lugar de producción y con él se hace la famosa chicha de Piura que calma la sed y adoba los potajes más sabrosos. Los mangos y las paltas de Morropón, el frijol zarandaja y el de palo; una enorme cantidad de cocos, así como el mejor algodón del mundo en su calidad Pima extra-largo, son favorecidos por los variados microclimas de esta riquísima zona.

La cocina piurana es original y deliciosa; tiene como base la vastísima producción agropecuaria de sus variados microclimas: Los tamalitos verdes piuranos, la Malarabia, el Seco de chavelo, los chifles y las natillas, han traspasado sus fronteras y se ofrecen en los mejores restaurantes del país.

La chicha es también un distintivo de la cocina piurana y se vende en "chicherías" que colocan en su puerta una bandera blanca que anuncia: "chicha fresca, abundante y generosa"; se sirve en "potos" o vasijas de calabaza que "secan" de un solo "bebe" y que pasan de mano en mano bebiendo todos de un solo "poto", como milenariamente se hacía en el "anccosani". Los "potos" más pequeños se llaman "cojuditos". Hay variedades de chicha: la blanca sin azúcar ni chancaca que también la llaman "mellicera", por creerse fertilizante para quienes la beben. La "entreverada" es la mezclada con el "claro", que es menos fuerte. En las chicherías también se sirven los "piqueos", sabrosísimos y bien cargaditos de ají, que piden más chicha.

La cocina piurana se reconoce por algunos rasgos muy marcados que tienen que ver con su producción agropecuaria, los plátanos son utilizados en la preparación de muchos platos: el Seco chavelo, la Malarabia, los Copuces y los Chifles, entre otros. La cecina de res, las yucas, camotes, zarandaja, maní; el algarrobo, con el que se hace refrescos como el yupisin y jarabe o algarrobina para el famoso cóctel de algarrobina. Para adobar, como se acostumbra en toda la cocina norteña, el ingrediente obligado es la chicha de jora.

Aquí, como en todas las provincias, hay marcadas preferencias culinarias de acuerdo a sus distintos estratos sociales y económicos.

Muchas familias de hacendados se establecieron en Piura construyendo hermosas casas, amplias y suntuosas, de las que casi no quedan y conservaron una tradición culinaria, con recetarios europeos que se fueron mestizando con los productos que les ofrecía estas tierras.

En la costa, la población de otros niveles, como los pescadores de Sechura y agricultores de Catacaos, conservan mucho de la cocina prehispánica.

Piura es uno de los contados lugares que conserva su tradición culinaria, que esperamos contribuir a preservar mediante la selección de sus mejores platos.


*Seco Chavelo


Tiempo de preparación: 2 Días
Tiempo de cocción: 30 Minutos


Ingredientes:


600 Gramos Bistec de tapa o cadera
1/2 Cucharadita Pimienta molida
6 Plátanos verdes
50 Gramos Ajos pelados
6 Ajíes amarillos
2 Tomates
1 Ramito Culantro
1 Vaso Chicha de jora
1 Cebolla roja
2 Ajíes limo (Capsicum sinense)
1 Limón
1/2 Kilo Yucas
1 Lechuga


Preparación:


1- Cortar filetes de carne muy delgados, espolvorearlos con sal y ponerlos en tendales aireados para que se oreen durante uno a dos días o secarlos en horno suave.

2- Al término de este procedimiento pintar los filetes con aceite de oliva y ponerlos a las brasas. Luego que estén dorados golpearlos con un mortero o mazo para suavizarlos, entonces deshilacharlos.

3- Calentar el aceite vegetal y poner los plátanos pelados y cortados en trozos grandes o "corchos" y cocerlos a fuego lento. Cuando estén blandos, majarlos toscamente.

4- Poner en una olla aceite de oliva para freír los ajos finamente picados, agregando el ají molido, los tomates rallados y el culantro picado.

5- Mezclar el aderezo con la cecina y los plátanos.

6- Servir con yucas sancochadas y con una salsa hecha con la cebolla bien lavada, finamente cortada en pluma, con ají limo, jugo de limón y aceite de oliva.


*Del libro de la autora Cocina Norteña


Gloria Hinostroza 11/01/2008

miércoles, enero 09, 2008

Historia de la Gastronomía Peruana – Cocina Norteña - Chiclayo


Una de las más bellas leyendas del antiguo Perú narra cómo, hace mil años llegó a Lambayeque Ñam Lap o Naylap. Venía en una balsa desde los Mares del Sur trayendo a su mujer, Sotenic y a su corte: el músico Pituzofi; el maestro de cámara Nina Kola; el canciller real Ninagintue; el cocinero real Okchocalo; el maquillador Xa Muchek; el maestro del baño Ollopkopoq; el que preparaba el camino del Señor, Fonga; el proveedor de telas de plumas Llapchilluli; desembarcando en las playas de la actual caleta de San José, al pie de de la desembocadura del río Faquisllanga o Lambayeque.

Naylap traía consigo un ídolo de piedra verde o esmeralda llamado Yan Pallek o Ñan Paxillaek, que algunos investigadores suponen fue el dios Pallar, a quien construyeron un templo en Chot, cerca de la desembocadura del río. Algunos historiadores atribuyen el nombre de Lambayeque al ídolo mítico Yampallec. Los chimús fueron descendientes de Naylap que significa ave venida de las aguas, quienes después de un período decadente renacieron para convertirse en el gran reino que alcanzó su apogeo alrededor del siglo XIV d.C.

En Lambayeque se ubican restos arqueológicos de grupos humanos correspondientes a épocas anteriores a la civilización, quienes habitaban este territorio hace 10.000 años. Esta zona es una de las más ricas en arqueología. Los magníficos hallazgos de Sipán y Batán Grande (Sicán), confieren a Lambayeque un halo dorado debido a la cantidad y calidad de los ornamentos simbólicos de oro, plata y cobre, sin parangón en el Perú y aún en América, que acompañaban a los ilustres difuntos, manifiesta Federico Kauffman Doig.

En las primeras centurias de la era cristiana se desarrolló en Lambayeque la cultura Mochica o Moche, específicamente en Moche, del departamento de La Libertad. Los mochicas constituían una sociedad altamente jerarquizada en la que los gobernantes aparentaban ser semidioses y usaban vestimenta y joyería deslumbrantes de oro y plata.

Las civilizaciones posteriores, Chimú y Lambayeque, se iniciaron y desarrollaron en Lambayeque alcanzando gran poder y organización. Expandieron sus dominios mediante conquistas militares que llegaron hasta Tumbes por el norte y Paramonga por el sur. Los chimús fijaron su capital en Chanchán, el más grande centro urbano del Perú precolombino. Los chimús fueron hábiles agricultores construyendo acueductos que aún hoy son utilizados, con los que irrigaron 17 valles que en la actualidad han vuelto a ser desiertos. Tuvieron una organización política y social muy rígida con marcados estratos sociales que se evidencian en los diferentes restos arqueológicos. Su idioma fue el yunga, lengua de características propias que fue estudiada en 1644 por el sacerdote Fernando de Carrera del Obispado de Trujillo, en su obra Arte de la Lengua Yunga.

En el arte orfebre los chimús adquirieron un impresionante perfeccionamiento con una gran producción de objetos de oro para uso ceremonial y de ornato, que en la actualidad se pueden apreciar en el museo Brüning, que exhibe preciosas piezas del oro Chimú. También se pueden apreciar en la colección del Museo de Oro de Miguel Mujica Gallo.

La cerámica chimú se caracteriza por sus vasijas de color negro y de fabricación en serie en las que reproducían escenas de la vida real.

Hans Horkheimer describe en un informe los siguientes restos arqueológicos de la zona:

Petroglifos de Liches, en Olmos, con dibujos antropomorfos, zoomorfos e ideográficos.

Túcume, integrada por pirámides, plataformas, recintos amurallados y cementerios.

Huaca Chocuna, en San José, en forma de pirámide truncada.

Cerro Mulato, en Chongoyape, con centenares de petroglifos.

Saltur, en Zaña, con plataformas aterrazadas.

Collique, en Zaña, con una pirámide grande y varias menores.

Cerro Guitarra, en Laguana, en piedra con murallas de circunvalación.

Cóndor de Oyotún, con forma de un cóndor antropomorfizado.

En abril de 1987 se inicia un exhaustivo trabajo arqueológico que deviene en el "descubrimiento del siglo": la cámara funeraria intacta de un importante señor étnico de la región, considerada como la más rica tumba encontrada en el Hemisferio Occidental. Por primera vez un gobernante del antiguo Perú mostraba toda su magnificencia. Rodeado de sus principales allegados, estaba cubierto de gran cantidad de objetos, símbolos de poder, de oro, plata, cobre y piedras semipreciosas así como numerosos huacos con representaciones de sus principales alimentos y variados frutos sin los cuales no podían viajar al más allá, según sus creencias.

La conquista inca de este territorio se inicia con Pachacutec y es continuada por Inca Yupanqui y Huayna Cápac. Sin embargo, los incas no llegaron a imponer sus costumbres y organización. Se construyeron numerosos caminos, siendo el camino del Chasqui que iba de Cherrepe a Cajamarca uno de los principales. Se dice que éste era empleado para llevar pescado fresco al Inca. También se construyó el Camino real de los Incas, que unía Quito, Cajamarca, Piura, Motupe, Jayanca, Túcume, Lambayeque y Zaña.

En Lambayeque se encuentran numerosos restos arqueológicos entre los cuales Apurlec, situado entre Motupe y Jayanca, es uno de los más importantes. Esta vasta ciudad de 27 kilómetros cuadrados, considerada como la más extensa, está formada por una serie de palacios, templos, huacas, reservorios, depósitos y calles, que corresponden a una gran ciudad que debió alcanzar su máximo auge en los tiempos de Huayna Cápac.

Los primeros españoles que llegaron a Lambayeque, iban comandados por Francisco Pizarro y se dirigían a Cajamarca. Cuenta Cieza de León que los naturales eran amables y acogedores, pero que al ser maltratados por los españoles se tornaron hostiles. Lambayeque fue fundada como ciudad española es 1553 y la ciudad de Zaña en 1563, por orden del virrey don Diego López de Zúñiga y Velasco, Conde de Nieva.

Entre las dos ciudades se originó una gran rivalidad ya que las principales familias españolas se establecieron en Zaña, opacando a Lambayeque, hasta que la opulencia de esa ciudad despertó la codicia de los piratas y en 1686 fue atacada por éstos aterrorizando a su población. Luego, en 1720, el río Zaña se desbordó terminando con esa floreciente ciudad.

La ciudad de Zaña estaba en su apogeo en el siglo XVI, cuando el padre Reginaldo Lizárraga y el viajero Vásquez de Espinoza contaban que el valle era "abundantísimo." "...situada en un valle fértil, abundante de trigo, maíz, viñas y frutas. Los palacetes y mansiones con sus hermosos jardines, el festejo de sus pomposas fiestas y banquetes, con sus sabidas corridas de toros, representaciones gigantes de pallas, diablos, etc., le dieron también el nombre de la Sevilla del Perú."

Contaba Nicomedes Santa Cruz: "Los abusos cometidos gestaron en el negro zañero de esa época una canción que tomaba el nombre de "Zaña", que dice así:

Estaba Santa Lucía bailando con San Alejo
y el demonio les decía, ajusta viejo cangrejo...
al lundero le da, al lundero le da, al lundero
le da, Zaña, al lundero le da.


Aunque la paternidad del tondero la disputan Trujillo, Chiclayo y Piura, sostengo que el tondero nació en Chiclayo.

Siendo José Domingo Chiclayo, un mestizo rico, noble y con gran ascendiente sobre los inmigrantes de Zaña, aceptó quedarse en la zona fundando un cacicazgo que se conoció por su apellido: Chiclayo. Lo cierto es que los zañeros emigraron para Lambayeque llevando consigo su baile costumbrista: zaña, hija del lundu y a corto plazo, madre del tondero. Los pobladores de la destruida ciudad de Zaña, al trasladarse a Lambayeque, le dieron gran auge comercial con hermosas casas solariegas de amplios patios, balcones, rejas bellamente forjadas y en la plaza mayor, un monumental templo con tres naves, siendo el patrón de la iglesia San Pedro.

Actualmente en Lambayeque se desarrolla una actividad artesanal dedicada al tejido de paja de mácora y junco, con la que se confeccionan sombreros y otros productos. Sus tejidos de hilo son muy apreciados: rebozos, pisos, individuales, alforjas y ponchos, principalmente. En la fiesta del Señor Cautivo de Monsefú, las familias de tejedores se visten con sus mejores galas: blusas blancas y faldas negras las mujeres, y los hombres, zapatos amarillos.

Monsefú, "la Ciudad de las Flores", tiene en su amplia campiña la despensa de flores de Lambayeque y sobre todo posee una exclusividad gastronómica: la producción de azafrán, condimento escaso en el mundo y que se produce principalmente en los países árabes.

La más importante festividad religiosa de la zona es la de La Cruz de Chalpón, encontrada según la leyenda en 1868 en una gruta, que actualmente es venerada y sacada en procesión con enorme fervor y grandes fiestas.

Chiclayo es la “Capital de la amistad” y la "Tierra del buen comer", con una cocina muy variada y de una tradición milenaria.

Las fértiles tierras de esta región producen gran cantidad de alimentos que hacen posible una rica culinaria. La caña de azúcar es el cultivo más fuerte que corresponde a la agro-industria; luego el maíz, que los provee de la deliciosa chicha; pallares, frijoles, yucas, papas, hortalizas variadas, mangos, ciruelas, pacaes, guanábanas, chirimoyas, mameyes, paltas, tumbos, entre otras variadísimas especies. Existen dos clases de potajes: los "piqueos", bocadillos muy sazonados y los "nudos" o platos fuertes. Todos ellos deben su sabor al ají limo o arnauchu, al loche, a la naranjita agria o al genuino vinagre de chicha. Se practica una estupenda cocina perfumada de hierbas, ajíes y la infaltable chicha de jora, en la que platos de añejísima tradición compiten en suculencia y sabor con la nueva cocina creativa que se va perfilando bajo el liderazgo del restaurante Pueblo Viejo, al que secundan algunos otros.

El famoso alfajor lambayecano llamado King-Kong, como todos los dulces, fue traído por los españoles. De origen árabe, alajú, que significa alfajor, fue elaborado por las distinguidas damas de alta alcurnia que adaptaron esta deliciosa golosina a los productos de estas tierras, haciéndolos de una fina masa de harina, yemas y mantequilla, que se rellena con dulce de piña, dulce de maní y manjar blanco. Cuentan que doña Clara Delgado, honorable matrona lambayecana, enviaba mensajes a los patriotas durante la guerra por la independencia dentro de las tapas del alfajor. Doña Victoria Mejía Baca de García impulsó la industria del alfajor y fue, al aumentarle el tamaño, que lo bautizaron con el nombre de King-Kong.

También se hacen dulces antiguos como el Bienmesabe, Manjar blanco de yemas, cocadas, nevadas, natillas y Maná.

Las muestras de Cocina Lambayecana, que publica La autora, tienen el propósito de preservar este importante legado de ancestrales raíces, que como toda la Cocina Peruana, es parte de nuestro patrimonio cultural.


Gloria Hinostroza 09/01/2008

sábado, enero 05, 2008

Historia de la Gastronomía Peruana - Cocina del Norte – Las Recetas


El Espesado con Arroz colorado

Es la sopa que no puede faltar los lunes en Chiclayo. Hecha con choclo rallado en un sustancioso caldo de pecho, con su gran presa de carne y acompañamiento de arroz colorado.

El maíz fresco, cuando brota "leche" de sus granos, es llamado choclo y es uno de los principales alimentos desde hace miles de años. Considerada planta sagrada en la antigüedad, fue utilizada en la alimentación y para ritos mágico-religiosos.

En la actualidad se siguen haciendo muchos platos muy apreciados en nuestra cocina: la popular Cancha, Humitas, Tamales, Espesado, Patasca, Lawas, Pepián, pasteles salados y dulces, Champú, Chicha morada, Chicha de jora, entre otros.


Espesado


Tiempo de preparación: 20 Minutos
Tiempo de cocción: 2 Horas


Ingredientes:


1 Kilo Carne de malaya de res
1 Poro
1 Zanahoria
1 Tomate
1 Apio
1/2 Kilo Yucas
1/2 Kilo Loche (zapallito)
2 Ajíes amarillos
1/2 Atado Culantro
6 Caiguas
1/4 Kilo Zarandajas
2 Cebollas de rabo
4 Choclos grandes maduros


Para el Arroz Colorado:


30 Gramos Ajos pelados
1 Cucharada Azafrán de Monsefú
50 Gramos Ajíe panca molido (colorado seco)
1/2 Kilo Arroz
1/2 Taza Aceite
1/2 Kilo Zarandajas
2 Tazas Fondo oscuro


Preparación:


1- Salar ligeramente la carne y dejarla orear desde el día anterior. Luego ponerla en dos litros de agua fría con el poro, zanahoria, apio y tomate. Hervir hasta que la carne esté blanda; colar el caldo y agregar las yucas, caiguas y loche picados así como las zarandajas, dejando hervir hasta que las verduras estén cocidas.

2- Entonces agregarle los choclos licuados con el culantro y la parte verde de las cebollas, dejando que espese.

3- Preparar el Arroz colorado, friendo los ajos picados con el ají panca, agregar el fondo, zarandajas y azafrán, añadiendo el arroz cuando el caldo hierva. Dejar cocer a fuego medio hasta que desaparezca el líquido; bajando el fuego al mínimo hasta que seque. Entonces sacudir el arroz con un trinche.

4- Servir el espesado acompañado con el Arroz colorado servido en platito aparte.


*Del libro de la autora Cocina del Norte


Gloria Hinostroza 05/01/2008

martes, enero 01, 2008


Historia de la Gastronomía Peruana – Cocina del Centro – Las Recetas –


El Cebiche de Pato



El Cebiche de Pato es una original forma de preparar pato que se practica en la ciudad de Huacho.

El pato o ñuñuma es un ave oriunda del Perú que ahora se sirve en las mejores cocinas del mundo ya que, al haber sido llevado por los españoles, se adaptó rápidamente a otros países.

En Huacho se practica una de las mejores cocinas regionales y muchos de sus platos han salido más allá de sus fronteras.

El Cebiche de Pato se hace con naranjas agrias de la zona y ají amarillo fresco.



*Cebiche de Pato



Tiempo de preparación: 30 Minutos
Tiempo de cocción: 3 Horas


Ingredientes:

3 1/2 Kilos Pato
100 Grms. Ajos
12 Ajíes amarillos, frescos
1/2 Chdta. Pimienta
2 Copas Pisco
2 Naranjas agrias
2 Limones
2 Cebollas rojas
6 Ramas Culantro
1 Kilo Yuca
1/2 Taza Aceite de oliva
4 Ajíes arnauchu (Capsicum conicum Mey.)
1 Lt. Fondo de ave

Preparación:


1- Limpiar y cortar el pato en cuatro partes, luego sazonarlo con sal, pimienta, ajos molidos, ralladura y jugo de naranja y una cebolla cortada en pluma, dejándolo marinar por una hora.

2- Poner el pato con el jugo de la marinada, agregándole el pisco, cocerlo a fuego lento durante tres horas mojando con el fondo .Agregar el ají amarillo molido.

4- Cortar una cebolla en pluma, el culantro, y el ají en cuadritos, agregándoles el jugo de limón y naranja, la sal y pimienta y dejar que dé un hervor.

5- Deshuesar las presas y servirlas con su jugo y la salsa de cebollas, acompañando con yucas sancochadas.


*Del libro de la autora Cocina del Centro


Gloria Hinostroza 28/12/2007